CUENTO.
Complot desde el Honorable Congreso Nacional.
En el congreso una noche en el salón de los retratos hay una chupa, donde el vino esta a borbotones siendo diluido a las copas de vidrio de los convidados que fueron a ver un monologo de Sáenz, interpretado por el actor teatral David Mondaca, donde hay un misterioso personaje que además de trabajar para esa repartición publica, de eso no es solo de lo que vive, entre otros personajes esta también, un joven sumiso de cabelleras corte hongo, y hecho al metalero, y el funcionario de ítem 145, entre los que beben vino y comen bocadillos, como claro esta, la mujer de traje rojo que mira de reojo, y piernas contorneadas, un senador que prefiere la bohemia a las sesiones congresales que esa noche se debaten en las esferas de la magna casa legisladora, unas cuantas personas mas, funcionarios y no.
Al terminar la interpretación del monologo, las bebidas son invitadas a los presentes que por ser poca gente sobra mucho, en stock, ósea casi a una botella de vino por cabeza, pero el insospechado funcionario, tiene algo entre manos y pensamientos, pues nadie sabe mucho ha cerca de él, pero no viene al caso referirme en este momento a él, si no mas bien al funcionario publico de ítem 145, que lleva un terno beige con zapatos color marfil el cual combina muy bien para un día de extremo calor y no para un día frió como hoy, que junto al sumiso metalero, beben y beben aprovechando que es de gratis, como le dice a cada salud el metalero, y los siempre dispuestos garzones que no dejan ni un instante, de llenar sus copas, hasta estos personajes quedar casi borrachos.
La actuación termino ya hace rato y el ilustre actor salio a saludar a las gentes que ahí se encontraban, cuando fue el turno de los bebedores, metalero e ítem 145, el segundo le dijo al actor, -es la primera ves que veo a Sáenz sin ser el mismo y le agradezco por mostrármelo, en vivo-, ósea no hay coherencia en lo que sale de su vocabulario borracho, el metalero que no sabe nada y ni conoce al prócer poeta de las letras paceñas, habla otro disparate, entre tanto que el actor toma por aludido el mensaje y se retira de cerca de ellos, en un ademán de querer saludar, a la mujer de rojo que mira de reojo, la cual no entiende el mismo ademán de socorro de los borrachos para con el actor, que siguen importunando al protagonista, el cual por ultimo fuga de la presencia de estos.
La mujer de rojo que mira de reojo, toda coqueta y amena recibe al actor a una conversación de la cual ni ella misma entiende de que se habla, pues claro que son de artes escénicas, mas ella ríe, y piensa en su propio ser e imagina mientras conversa con el actor.
-Quisiera que tu aliento roce mi cuello y así sentirte vivo encima de mi, y que tu miembro coja al mío, suavecito, suavecito, como quien nada quiere y al final lo desea todo –hola como estas me dijo al oído- ahí sentí acalorado mi cuerpo joven de mujer, quería que me agarrara del brazo y me sacara del local, quería que susurrara al oído cosas que siempre quiero que me las digan, cosas como, -vamos hacer sexo-, tajantemente y no algo cursi como hacer el amor, pues no siento mas que la sensación de hacerlo con este hombre, que me diga cosas sucias, y que susurre mucho, pero mucho, a mis oídos, y me gustaría que me agarre por las caderas, me las apreté fuertemente, me lleve a un hostal, motel, o por ultimo algún lugar de cama, tome mi cuerpo, sentir sus manos apretar mis pezones tensos y duros, cada palabra que escucho de él es una llamada para hacerlo aquí, allí, o donde el me lo proponga.
Me acerco tanto a él que su boca casi toca mi boca, insinuó gestos que el no parece comprender.
El senador bohemio, llego a estas alturas con puro poesía y sueños de cambio, empero estando ya en sus funciones publicas, vio que nada podía hacer al respecto de lo esperado, pues como es la maquina publica, no deja nada de lo soñado realizar, así que en lugar de legislar se la pasa de parranda en lugar donde puede y solo asiste a las sesiones cuando a falta de quórum es necesaria su presencia, entre tanto los vinos son siempre bien venidos, y las tertulias son siempre frecuentadas, dejo los ternos oscuros que compro al principio, ahora solo viste de tela corderoi y lleva mas que de rigor, la ropa de bohemia, para su caso ser Senador de la Republica, el socialista no pudo con las oligarquías instauradas, soñó con cambios que no realizo, ahora esta mas que borracho, y sonriente declarando poesías de su haber, a diestra y siniestra.
El roquero metalero, de corte hongo, sugiere salir a continuar a la Pérez Velasco, por que dice que su caserita que le vende te con te aun puede estar en servicio, para atenderlos a estas horas de la madrugada pues poco a poco la gente salio del recinto legislador, y el vino aun que fue mucho acabo, al final no se si por los comensales bebedores, el publico o los garzones que se soplaban a cada vez que se dirigían a recargar baterías embriagadoras, a lo que el funcionario publico de ítem 145, ya había echo contacto con la mujer de rojo que mira de reojo, para una noche mas.
Así que hábilmente quiere hacer el quiebre, al susodicho personaje, y ralearlo, entonces salen de la cámara hacia la plaza Murillo, donde en la esquina del hotel Paris, hay una caserita que esta cerrando el puesto de venta, y le pide una llamadita, la ultima y disculpa, la hora caserita le dice.
La llamada:
-hola.
-Alo, si quien es…
-soy yo.
-si.
-puedo ir ahora a tu casa.
-si… te espero,
-OK
-pero cuando llegues no hagas ruido para que no escuche mi dueña de casa.
-OK.
-chao.
-chao.
-Mira hermanito no va poder ser, hable con mi mamá y me a puteado así que debo irme no mas, a mi casa, sino me va a joder, para otra no mas dejaremos, para continuarla en tu casera de te con te de la Pérez.
Ni modo le responde el sumiso roquero. Seguidamente el funcionario de ítem 145, toma un taxi, y da una dirección, el auto avanza con prisa pues no hay mas, casi nadie a estas altas horas.
Al llegar paga y baja, se acerca al timbre y la puerta se abre, es la mujer de rojo que mira de reojo, en pijamas, el la besa y entra.
lunes, noviembre 28, 2005
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